Continuamos con el maridaje pairing especiado-mineral con el producto autóctono de Lodosa, Navarra. Siempre que elijo un tinto con toques minerales por el terreno como pueden ser tanto Terroir Historic Tinto como Clos Mogador me gusta disfrutar tranquilamente de una buena lata de pimientos del piquillo, tan característicos en su olor y sabor.
No se si os pasará lo mismo o será mi momento nostálgico, que cada vez que abro una lata de este producto me teletransporto a la cocina de mi madre esa tarde que asaba pimientos en el horno e impregnaba por completo toda la casa. En ese momento no sabía apreciar esos olores tan ricos, a día de hoy en muchas ocasiones los echo de menos.
Con este producto sucede como con muchos otros, debido a su sobreexposición, ha sido maltratado en cuanto a calidad y uso. Sinceramente me da rabia hablar con muchos clientes y transmitirle lo que es en sí este producto y lo mucho que se disfruta con el mismo, y que en sus mentes solo aparezca un pimiento de piquillo de escasísima calidad relleno de bacalao, atún o mini gambas congeladas. (nada Nuut)
Un buen pimiento del piquillo como pueden ser los de Adolfo Sadaba o los de La Catedral de Navarra son pimientos de otro planeta. Hiper tiernos, jugosos, nada irregulares y con esa forma triangular que los caracteriza. Son pimientos del piquillo mimados desde que se plantan hasta que se recogen, se limpian y se asan.
El proceso de asado lo hacen con carbón para que no pierdan mucha agua ni jugosidad. De echo podreis observar esos trocitos negros en el pimiento tan caracteristicos de un buen asado tradicional.
A mi me llevan de cabeza, ya que me parecen ideales tanto para acompañar un buen plato de ibéricos un viernes noche, una buena carne de vaca vieja calentandolos un poco en la sartén con un poco de sal roja de Regional Co, o incluso para hacer una super tortilla de patatas rellena de estos pimientos y untada con el alioli de naranja y azafrán de Delicious and Sons. Me encantan este tipo de productos que dan tanto juego.
